quinta-feira, 22 de dezembro de 2011

os Vimanas do Ramayana


En las páginas del RAMAYANA, el gran poema épico Hindú atribuido el poeta VALMIKI, se encuentran alusiones a asombrosos carros voladores y a extraños elementos a reacción que habrían sido utilizados en el curso de las guerras entre los reyes de la alta antigüedad asiática. En estos vehículos voladores las personas que se montaban en ellos podían volar hacia los cielos y dirigirse a las estrellas y a mundos lejanos, para luego retornar a la Tierra. Cita textual de la versión de F. Robles Villafranca, 1970:
  • Mientras se iban desarrollando estas cosas, Rama, el KAKUTSTHIDA, le dijo a VIBHISHANA: ocúpate de procurarme un pronto regreso a mi ciudad. El camino a AYODHYÁ es muy difícil de recorrer.
  • A lo que respondió VIBHISHANA: Hijo de monarca de la Tierra, yo cuidaré que te conduzcan a tu ciudad. Hay un carro llamado PUSHPAKA, carro incomparable, resplandeciente como el Sol y que marcha por sí mismo. Montado sobre ese carro, serás conducido por él, sin inquietud, hasta AYODHYA.
  • Tras estas palabras VIBHISHANA llamó urgentemente al carro parecido al Sol acompañado por su hermano y por ilustre VVIDEHANA, encendida de rubor, el RAGHUIDA, ya montado, le dijo a SUGRIVA: Apresúrate a subir en el carro con tus generales, SUGRIVA. Sube también con tus ministros, VIBHISHANA, monarca de los RAKSHSAS.
  • Al instante, SUGRIVA con los reyes de los simios, y VIBHISHANA con sus ministros, llenos de alegría, montaron en el gran carro PUSHPAKA.

  • Cuando todos estuvieron embarcados, Rama ordenó al vehículo que partiese y el incomparable carro de Kurevase se elevó hacia el mismo seno de los cielos. El carro volaba como una gran nube empujada por los vientos. Desde allí paseando su mirada por doquier, el guerrero descendiente de RAGHÚ, dijo a Sita la MITHILIANA, la del rostro bello como el astro de la noche: Mira, ya veo el palacio de mi madre... ¡AYODHYÁ! ¡Inclínate ante ella, Sita, mi VIDEHANA, hete aquí de regreso!
  • Apenas la muchedumbre, presurosa, les vio llegar como un segundo Sol y con tan rápida marcha, el aire fue rasgado con potentes gritos de alegría, lanzados por ancianos, mujeres y niños. Todos gritaban: ¡Aquí está Rama!.
  • BHARATA, pasando de la tristeza a la alegría, se acercó, con las manos juntas y honró a Rama: Sé bien venido, pronunció, con respeto que le merecía su hermano. Pero éste se apresuró a alzarlo, lo apretó contra su pecho y lo estrechó entre sus brazos con alegría... 


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